1 de septiembre de 2011

Por deporte y por gozo, un desafío con posibilidades de cumplirse


Cuando comenzó el año, pequé sobre mi propia biblia de cosas que se hacen y no, y me puse algunas modestas metas para los doce meses venideros. Una, vital ella, fue dejar mi anterior empleo que no dejaba de generarme disgustos, discusiones, disfonías y encarnaba la mayor distopía que podía soñar para mi carrera laboral. Así que la última semana de marzo, comuniqué a mis ex empleadores que ese jueves 31 sería el último jueves y que ya no me encontraría otro treinta y uno entre las paredes de esa oficina.

Ya desde los primeros días de enero estaba satisfecha con esa decisión que subiría mi calidad de vida, a costa de resignar un viaje a Europa y de no atiborrar mi placard de la temporada otoño-invierno 2011. No me pareció un precio muy caro y con renovada alegría me puse el segundo objetivo: leer cincuenta libros antes de fin de año. Empecé emocionadísima, casi pedante, imbuida del pensamiento de cómo iba a mejorar mi agudeza mental, encotrar inspiración para escribir una novela propia, enamorarme de países lejanos y marcarlos en el planisferio como próximo destino y tantas otras cosas más.

Sin embargo, mis impulsos son erráticos y fui cooptada por a) el retorno de las series tras el receso navideño y b) una renovada manía de bajar cualquier largometraje que encontrara en la net. Y había muchos films que esperaban llegar a mis ojos y leer me cansaba y después del triplete del Señor de los Anillos no sabía qué agarrar y Eco me había comido el cerebro con su semiótica complejidad y zaz. No tenía onda para leer ningún libro mientras era una desocupada aburrida y mediatizada.

Mayo o junio aparecieron en el calendario y miro el listadito con las lecturas 2011 y encuentro que faltan muchas celdas para llegar al objetivo. Apenas unos diez libros leídos y archivados. Empecé a culpar a Stieg Larsson por escribir novelas tan largas, que aún leídas durante largas horas y a FSV (Full Shuliet Velocity), me llevaban de tres a cinco días.

Julio, con frío y nuevo empleo, fue el empujón final para determinarme a completar el desafío, que dada pereza de los primeros meses del año, fue reducido a veinticinco unidades, y por este año lo declaramos completo, ya que no hay besos campeones en el primer round. No obstante, no contaba con el incentivo extra que fue el estreno de la última parte de la saga de Harry Potter y la lectura desaforada de los siete libros (acompañada de las siete películas).

Y entre Harry y otros personajes de universos paralelos, descubrí que los viajes en bondi se acortan muchísimo con un broli en la mano, que el amor por la lectura es distinto a andar en bicicleta (porque de eso sí que me olvidé y la última vez que me subí a una frené sin poner los pies en el piso, con las previsibles consecuencias del caso) y que más allá del número, no lo hago por una competencia conmigo misma, sino porque me gusta y a ver si se me pega un poco de todas esas brillanteces que gozo día a día, viaje a viaje y antes de irme a dormir.

Así que renovado, espero tener cincuenta títulos o más en mi haber cuando marquen las 23:59 del 31 de diciembre de 2011, y seguir catalogando y sumando, sólo con ánimo de reforzar mi memoria.

Veintiocho y contando. 

4 comentarios:

  1. Me divierto siempre con tus notas. Hoy justamente vi un libro en Yenny y al mirarlo me dije " compraría este libro para que primero lo lean Julieta y Mamá ". El título era algo asi como... El diario de ... y el nombre de una mujer en alemán, al menos eso creo.

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  2. Primero me tenés que traer El cuaderno de Maya!!! El mes que viene arremeto contra Yenny otra vez, veremos con qué me despacho. La última vez le traje dos libros a Mamá, te los prestó?

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  3. PD: Me alegro que te diviertas con mis humildes notas. Gracias!

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  4. Flavia no apareció, por ende Maya tampoco !! Me prestó el de las correcciones, que apenas elo empecé porque estoy con tres libros al mismo tiempo !!

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Dicen que uno no se escapa ni de los cuernos ni de la muerte... resulta que de los comentarios nada relevantes, tampoco.