22 de septiembre de 2010

El teatro informativo

El panorama actual de la información en Argentina experimenta la máxima polarización de la primera década en el nuevo milenio. Los medios son K o anti K, sin medias tintas. Loas o vituperios y no más opciones. El público consumidor encuentra un desafío: ¿cómo saber qué versión se ajusta más a los hechos? La confianza entre emisor y receptor –usando viejos términos jakobsonianos– se cubre de suspicacia o de fervor futbolero. “Ah, ese es un medio K”, y tras la afirmación aparece el descrédito o la sospecha. Entre los que desconfían, la actitud pendula entre no creer a nadie y el resurgimiento de la validez de la experiencia personal y conversacional.

Por curiosidad profesional y necesidad ciudadana, leo más de un diario al día. Los principales son Clarín y Página 12, con algunas visitas esporádicas a La Nación e Infobae. Cuestiones doctrinarias me frenaron siempre ante la posibilidad de disfrutar los artículos del diario de Mitre, sin embargo, solía tenerle respeto por su honestidad intelectual. La ideología no es reprochable, para mí era un medio dirigido a un sector de la sociedad y narrado según los principios de su postura política, sin embargo, fiel a la materia prima: los hechos. Del mismo modo, Página siempre fue de izquierda y Clarín le habla a la clase media típica, con vaivenes típicos del negocio. Ninguna posición es neutral, jamás. Ningún artículo periodístico es objetivo. Siempre hay un sujeto que relata desde un lugar ideológico y, en el caso de los grandes periódicos, respetando las coordenadas que dictamina la cúpula.

En fenómeno actual es radical. No radical yrigoyenista, sino extremo. La deformación de las noticias llegó a niveles inauditos. Nada parece acercarse a lo real. Leer dos o cuatro diarios no alcanza. Hay que buscar en las fuentes, indagar, analizar, desmenuzar. Un hecho en un medio es catastrófico y en el otro auspicioso. Un ejemplo, el caso Fibertel:

La Nación
El Gobierno le quitó la licencia a Fibertel, empresa del Grupo Clarín
Infobae
Gobierno anunció la caducidad de la licencia de Fibertel como proveedor de internet
Página 12
El Gobierno anuló la licencia del proveedor de internet Fibertel
Clarín
Pelea con Clarín: el Gobierno prohíbe a Cablevisión seguir dando conexión a Internet

Fuera de los que cursamos comunicación y tenemos cierto conocimiento de la regulación del rubro, no se conoce que el reglamento sobre el que se basa la medida del gobierno fue sancionado en el año 2000, bajo la presidencia de De La Rúa. Para el claríndependiente, una avanzada más en la furia K contra el gran diario argentino.

En otros temas de la agenda más cercanos a la gente, el punto se mantiene aunque su resolución no es la misma. El primero indiscutido en la lista, la inseguridad, forma parte de las conversaciones diarias y es parte de la vida de los argentinos, porque independientemente de ser objeto de un delito, el temor modifica la experiencia urbana. Es allí donde la interacción cobra importancia: en los encuentros con otros se construye una representación de lo real y, finalmente, una opinión.

Ahora bien, la dificultad es que más allá de la información provista por los otros, el universo de lo social resulta demasiado vasto y complejo como para ser conocido y sistematizado por el entorno directo. Ya en el siglo XIX, los Estados nacientes debieron implementar la estadística para mapear la población existente y sus problemas. “Al hermano de un amigo le robaron y…”. Todos los relatos de este tipo son insuficientes para describir el panorama pero, al mismo tiempo, devienen en percepción y experiencia de la cuestión. Tal como sucede en los noticieros, un mismo delito contado una y otra vez prueba (deficientemente) lo que se pretende constatar. Ya sea la historia del hermano de un amigo o el caso Píparo, la reproducción permanente e insistente coteja la imagen preexistente: en Argentina, salís a la calle y te matan.

Poco importa si el crimen fue pasional, de venganza o efectivamente un robo. Lo importante es la muerte, el cadáver. No es relevante la estadística porque el gobierno las dibuja. Estadísticamente, fallecen 8000 personas al año en accidentes de tránsito y alrededor de 2500 por homicidio doloso. De las 2500, un 33% corresponde a crímenes pasionales. A grandes rasgos, los vehículos matan más personas que las armas. De diez muertes, ocho serían por accidentes viales y dos por asesinato. Todavía estoy esperando el titular que diga: “¡Cruzamos la calle y nos matan!”.

Resulta necesario exigir no sólo medidas tendientes a salvaguardar la integridad física, sino veracidad en las informaciones que se difunden. Los medios de comunicación son servicios de interés público y un elemento fundamental de las sociedades democráticas. No se trata de una expresión de deseo, es un requerimiento legal por la función que cumplen. Este comportamiento es injustificable por la salvaguarda de su tasa de ganancia y posición en el mercado. Para pensar una analogía, el Hospital Británico es privado y no va a sacar más apéndices para facturar más a las obras sociales, ya que tiene una responsabilidad ética.

Información es poder: poder elegir, poder decidir, poder aprender, poder vivir. Y esa capacidad debe estar del lado de los ciudadanos. Si somos una masa, hagamos facturas y pasémoselas a los responsables.

13 de septiembre de 2010

Inoperancia y silencio

El domingo pasado en Liniers, el hincha de River Walter Paz falleció a la salida del Amalfitani. Se desvaneció mientras abandonaba el estadio junto a sus amigos, quienes llamaron una ambulancia que tras 45 minutos no había llegado. En la tribuna visitante, no había asistencia médica de ningún tipo, por lo que uno de sus acompañantes lo cruzó en andas por la platea local para llevarlo hasta la sala de primeros auxilios donde intentaron reanimarlo. Tenía dieciocho años.

En ningún medio se escribió ni se dijo una palabra al respecto, excepto en páginas relacionadas con River. Los mismos que llenan sus espacios con muertes de todo tipo y color hicieron silenzio stampa. Demasiado grande el negocio futbolero para salir a hablar de ello. Sólo se publicó sobre el regreso a la zona de promoción o la habilitación del Antonio V. Liberti para hacer recitales. Nadie se atrevió a denunciar públicamente a una institución que se enorgullece de ser “modelo” por no contar con atención médica para el público rival. Oponente sólo dentro del campo de juego, por noventa minutos. Luego, todos seres humanos. Ese folklore de hacer sentir incómodo al visitante, sin ponerle luz a la salida, negándole atención médica, es el que juega en contra de todo el fútbol, que debería disfrutarse como el espectáculo que es. Mediocres quienes soportan esos encomios, asesinos quienes habilitan estas situaciones. La Asociación del Fútbol Argentino me da vergüenza.

Hoy en la cancha, la voz del estadio lo homenajeó con un minuto de aplausos. El club había solicitado autorización a la AFA para hacer un minuto de silencio y fue denegada. Antes del partido, en el playón, familiares y amigos, más hinchas que se sumaron en el momento, lo recordaron con emoción. En las tribunas, banderas celebraron su pasión riverplatense. Sin embargo, nada alcanza si no se brega por justicia y abogando por condiciones de seguridad suficientes para todas las personas que participan del ritual futbolero de cada fin de semana en cada encuentro.

La vida, sin lugar a dudas, no puede ser nada relevante.