9 de junio de 2011

The Tunnel: Los piratas al poder

En los últimos años, los estudios cinematográficos y los Estados han librado una batalla en contra de la descarga ilegal de películas y por la protección de los (ingresos) por derechos de autor. Los usuarios, armados de potentes conexiones de banda ancha han dado batalla con colaboradores desinteresados que suben material con copyright a sitios de descarga directa como Megaupload, Rapidshare, Fileserve, etcétera o bien a través de P2P. El principio de los uploaders es que no se debe mercantilizar el consumo a los productos de la industria cultural, sino garantizar el acceso libre, ya que no persiguen fines de lucro. 

Más allá del atolladero legal que significa en un territorio muy difícil de legislar como Internet, el hecho es que el modelo de negocios de los distintos actores de la industria cultural (estudios de cine, discográficas, editoriales) está urgido de cambiar su forma de percibir ingresos por sus productos, atendiendo a la revolución en la forma de consumo que supone el universo 2.0. 

En este escenario, el 19 de mayo pasado se lanzó simultáneamente en DVD y a través de Bit Torrent la película The Tunnel, terror de clase B (pero del malo). Plantea una revolución en el modo de distribución, ya que se puede descargar legalmente gratis y, a la vez, propone su financiación mediante la venta de DVD's y la singular alternativa de "buy a frame" por el módico precio de un dólar, método por el que recaudaron cerca de 40 mil dólares, modesta pero llamativa suma para un film de su clase. En la primera alternativa ofrecen, además, dos horas de material extra y un final alternativo para fomentar su compra. 

Filmada en unos pocos días, con un reparto de actores no profesionales (el actor que interpreta al camarógrafo lo es de profesión desde hace 20 años), apuesta al formato de mockumentary, explotado previamente en Actividad paranormal y en Cloverfield. El argumento se centra en una periodista y tres miembros de producción que descienden a la intrincada red de túneles subterráneos bajo Sidney, donde un proyecto desestimado por el Estado planificaba utilizar un lago bajo tierra como reserva de agua dulce. Proyecto que es abandonado sin explicaciones y se mezcla con la desaparición de vagabundos que habitan esos mismos túneles. El gran fallo de la historia reside en que se alterna el material rodado por los protagonistas con testimonios grabados posteriormente, razón por la que el suspenso se suspende y no alcanza a generar un clima de tensión durante el relato, ya que es redundante quién sobrevive y quién no. No obstante, se deja mirar.

Sin embargo, pese a la calidad media del producto, la iniciativa de presentar una alternativa legal a la descarga directa y resignificar el modo de generar valor de los productos culturales es una jugada arriesgada y, esperamos, revolucionaria. Quizás llegó el momento en el que el gran aparato de la industria del entretenimiento se adapte a la forma de su universo consumidor. Veremos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dicen que uno no se escapa ni de los cuernos ni de la muerte... resulta que de los comentarios nada relevantes, tampoco.