27 de mayo de 2011

Limitless (2011): ¿El poder de las farmacéuticas llegó a Hollywood?

El protagonista de Limitless me recuerda al Capitán América: un humano que no tiene superpoderes, sino que se trata de un individuo que gracias a intervenciones en su cuerpo es capaz de explotar todas sus capacidades al máximo, con la salvedad de que el primero no mejora sus facultades físicas, sólo utiliza su cerebro al máximo. Parte del mito de que utilizamos sólo el 20% de este órgano vital y una pastilla transparente activa todas las conexiones que las perezosas sinapsis no alcanzan. Todas las experiencias aparecen súbitamente organizadas y disponibles para dar lugar a un hombre inteligente al extremo y capaz de aprender un idioma, por ejemplo, con sólo escucharlo. Semejante regalito llega a las manos de Edward Morra, un escritor que no puede escribir, vive en la miseria y, para colmo, lo deja la novia.

La pastilla transparente es su salvación: escribe un libro en cuatro días, conquista a la esposa de su casero, hace dieta, se pone pintón y junta una barbaridad de plata en la bolsa en un par de jornadas. Nada mal, ¿eh? Incluso se ciernen dudas sobre su participación en un crimen del que sale ileso gracias a un abogado carroñero. Hete aquí el dilema: ¿ponemos nuestra suerte en manos de un químico? La mayor parte de las críticas a este film provienen de la baja calidad moral en tanto que se trataría de una apología al consumo de pastillas para mejorar la calidad de vida. Si bien el NZT (la píldora en cuestión) no existe, hay disponible una variedad de ansiolíticos, antidepresivos y estabilizadores en el mercado para paliar problemas semejantes a los del protagonista.

Pareciera que el avance de la humanidad debe ser a costa de suprimir las debilidades y flaquezas de los individuos. Sin embargo, pienso que es la misma sociedad que los sujetos crean la que crea esa apariencia de imperfección e inadecuación. Contemplar el ambiente como una presencia exógena e independiente, permite que ese sentimiento de avasallamiento sea mayor. Y que todos nos comprendamos como insanos.

Otra arista que surge de esta película es por qué si ese muchacho tiene súperinteligencia, no la utiliza para trabajar en pos del bien mayor y resolver problemas como guerras, hambre, etcétera, en lugar de dedicarse casi exclusivamente (cuando no está conquistando mujeres o escapando de villanos) a ganar dinero en Wall Street. Evidentemente, el capitalismo es un sistema que ni el más brillante de los hombres es capaz de resolver y sólo puede unirse a él para sacar la mayor tajada. Eso es, en definitiva, lo que los químicos proveen: una mejor adaptación a las condiciones actuales de vida, sin cambiar nada. En una palabra, supervivencia.

Por lo demás, la cinematografía es muy buena. El uso de la cámara subjetiva es excelente y hasta alucinógeno. Las actuaciones de Bradley Cooper y Robert De Niro son más que aceptables. La misma calificación para el guión, aunque abre demasiadas historias sin profundizar en ninguna. Todas características que hacen que Limitless se deje ver y un poco más. 


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Dicen que uno no se escapa ni de los cuernos ni de la muerte... resulta que de los comentarios nada relevantes, tampoco.