Hace un tiempo, me enteré del próximo arribo del moderno videoclub
norteamericano a la Argentina e, inmediatamente, busqué el sitio web y me anoté
en la lista de espera. Como buena cinéfila que soy, me puso muy contenta que
esta empresa desembarcara acá, tras haber conocido sus bondades cuando estuve
en Estados Unidos. Me imaginé que el servicio por correo no estaría disponible
(¿quién le confiaría DVD’s al servicio postal local?) y que probablemente tendría
algunos problemas con el streaming,
dado que mi conexión de 6 Megas es tan mentirosa como el noticiero de TN. Sin
embargo, le puse unos porotos y me alegré de suplantar, al menos parcialmente,
las horas de descarga por navegación en el sitio.
Hoy a la mañana, me llegó el bendito mail donde anunciaba que Netflix
estaba disponible y ¡gratis por un mes! A esta joven bonaerense no muy
acostumbrada a pagar por sus consumos virtuales le agradó sobremanera esa
posibilidad. No obstante, en pocos minutos de husmear por el sitio la emoción
comenzó su caída en picada. La mayor parte de los títulos disponibles son
viejos. Encontré una sola película 2011 (y podría haber más, ya estamos en
septiembre, vamos). De hecho, la mayor parte son anteriores a 2007 y el anuncio
oficial predica que tendrán, como mínimo, un año de antigüedad ya que se trata de una alternativa a la televisión de pago. Como
contracara, resulta agradable encontrar films olvidados y volver a verlos sin
que ocupen espacio en el disco duro de la notebook.
Así y todo, un pasito más allá: las películas están en una calidad baja. Debido
a que su principio comercial es el amistoso “que no se corte”, la resolución es
similar a la de Cuevana y eso, con la disponibilidad de un LCD FullHD, quita
valor. Hay títulos disponibles en HD, pero la transmisión se adapta a la
conexión disponible y, bueno, es como si no hubiera alta definición en nuestro
país. Al margen, siempre quise ver Mujercitas
en HD. Así de buena está la oferta. Come on!
Sigamos el camino descendente: la mayor parte del contenido está doblado.
Para ser más exacta, el 80% del contenido está en español. Ya bastante tengo con
el cable que cada día emite menos películas en idioma original. Los subtítulos
llegarían en tres meses, tratándose de un emprendimiento de semejante envergadura,
resulta imperdonable. En mi humilde opinión, estos puntos hacen mucho menos
atractiva la suscripción, para nada adecuada al tipo de audiencia local.
Sin dudas, vence a Cuevana en la velocidad con la que el streaming está disponible y,
efectivamente, sin cortes ni saltos en las escenas como muchas veces me pasa
con el proveedor vernáculo, y en la facilidad con la que se puede avanzar o
retroceder dentro del mismo título. En lo que pierde estrepitosamente es en la
clasificación de las películas: dramas reconfortantes, comedias nocturnas,
películas sobre viajes espaciales y así ad
infinitum. Ni hablar de lo que se puede encontrar dentro de cada categoría.
Lo que sí me reconfortó fue encontrar Top Secret con un esbelto Val Kilmer,
Gattaca como ciencia ficción surrealista y otros largometrajes olvidados. Punto aparte para la discusión de por qué se considera a Cuevana, con su extraña situación legal, como competidor directo en forma oficial.
En mi apreciación personal, no estoy segura de querer pagar los $ 39. No
por el hecho de tener que desembolsar por contenido que puedo encontrar de forma
gratuita en Cuevana (hace rato que elijo calidades superiores a la disponible
en este sitio), sino porque pagando una membresía trimestral en Megaupload o en
Fileserve, accedo a una cantidad enorme de programas actuales y en HD. Okay, no
pago derechos de autor, pero compenso yendo al cine una o dos veces por mes.
No voy a mentir, pensé hoy mismo en darme de baja del servicio porque no
era lo que esperaba (y porque seguramente me voy a olvidar de desuscribirme
cuando termine el mes de prueba); pero decidí darle una oportunidad a que implementen
las mejoras, mientras disfruto del cine on
demand y me saco el gustito de ver viejos (y no tanto) clásicos (y
no tanto).
Recomiendo esta nota sobre las características
del servicio.
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Dicen que uno no se escapa ni de los cuernos ni de la muerte... resulta que de los comentarios nada relevantes, tampoco.